miércoles, 13 de noviembre de 2013

EL CURA SIN CABEZA

En medio de la calma en que vivía la ciudad de Loja en aquella época en que aún no se conocía la luz eléctrica y las pocas callejas quedaban sumidas en la obscuridad a las siete de la noche, comenzó a suscitares un hecho que aterrorizó a la escasa y recatada población de ese entonces.
Tan pronto en la iglesia mayor sonaban las doce campanadas que marcaban el filo de la media noche despertando a brujas y fantasmas, sobre el empedrado de la calle Bernardo Val divieso (1) se escuchaba el ruido producido por los cascos de un caballo que salía a todo galope desde un recodo de la Miguel Riofrío y luego se perdía por las calles periféricas de la ciudad que entonces eran apenas estrechos callejones.

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